De Galaxias mentales y cuarentenas.

Ana Clara
3 min readMar 23, 2020

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Cuarentena día 12.

Eran más de la 1 de la madrugada y yo ya estaba en mi cama, con la luz apagada y el celular en la mano. Miraba fotos, comentaba historias, escribía mensajes. No podía soltar el celular. Hace unos días quise hacer un experimento y me salió mal. Desactive las notificaciones de todas mis aplicaciones, a partir de ese momento cada vez que mirara mi celular solo vería la fecha y la hora, nada más. Pero para mi sorpresa, lejos de relajarme y descansar de tanta dopamina digital, me encontré teniendo otro tipo de reacción que traducido al lenguaje popular seria “si la montaña no va a Mahoma, entonces Mahoma va a la montaña”. Ahora no eran las notificaciones las que venían a mi, si no que era yo yendo a ellas. Era yo la que constantemente tomaba mi celular y abría las aplicaciones en busca de las notificaciones. No me di cuenta de esto hasta que paso un tiempo considerable porque hay conductas que tenemos tan incorporadas que no es fácil darse cuenta a simple vista. Anoche en mi cama a la luz de la oscuridad y de mi soledad, no podía dejar mi celular. Reconocí que me dolían las manos, la muñeca, de tantas horas que pase con ese aparato en la mano. Me tuve que poner firme conmigo misma y ordenarme soltarlo para irme a dormir. Hoy desperté con una notificación que me informaba que mi tiempo de exposición de pantalla había aumentado un 41% respecto a la semana anterior y que ahora pasaba más de 7 horas por día usando mi celular. ¿Qué clase de experimento es esta cuarentena? Pensé que era lógico que aumentara mi tiempo digital porque ya no podía salir a caminar, ni hacer paseos ni tramites. ¿Era lógico? De repente estaba viviendo un momento de represión externa donde mi único contacto con la gente era a través de mi celular, entonces me puse existencial. ¿Estamos hechos para pasar tanto tiempo encerrados? ¿Estamos hechos para pasar tanto tiempo lejos de la naturaleza? ¿Estamos hechos para pasar tanto tiempo sin poder caminar ni movernos? ¿Estamos hechos para pasar tanto tiempo sin contacto humano? No, claro que no. Pero si estamos preparados para exponernos a situaciones nuevas que desafíen nuestra comodidad y nos traigan nuevas reflexiones, aunque sea por un periodo corto de tiempo. Hace días que en mi bucketlist cuarentenero había anotado algunos libros que hace rato tengo pendientes de leer, pero no pude avanzar con ninguno. ¿Porque estaba posponiendo tanto una de las actividades que más me gusta hacer? No tuve respuesta, a veces tengo más preguntas que otra cosa. Lo bueno es que las preguntas quedan ahí, como orbitando por alguno de los espacios infinitos de mi mente y cuando menos lo espero aparece una estrella que se encuentra con un meteorito, chocan y aparece una respuesta. Fue en Youtube, no importa que video aunque sí importa quien lo dijo @srtabimbo. Ahí estaba ella sentada con su pelo rubio hasta el hombro, unos anteojos rosados grandes y una remera blanca con cadenas amarillas, mirando a la cámara increpando a quien estuviera del otro lado pidiendo por favor que no dejara de leer. Entonces sentí el impacto, el encuentro de esa estrella con ese meteorito, abrí los ojos y escuche con atención. Dijo que leer nos obliga a imaginar, a inventar historias, personajes, detalles. Que el mundo de las imágenes es muy cómodo porque ya alguien se tomó el trabajo de inventarlo todo, poner rostros, colores, armar los escenarios y dejarlos a nuestra disposición. Fue en ese momento donde apareció en escena otro meteorito que venía desde un libro llamado Sapiens y que se estrelló contra la misma estrella recordándome que una de las bases de la evolución de nuestra especie fue la capacidad de imaginar, de contar historias, de inventar, de ser creativos. Hoy es domingo, aunque en épocas de cuarentena los días no importan. Hoy apenas me desperté decidí desafiar mis propios tiempos e impulsos digitales, hoy desayune en silencio, contemplando desde mi ventana el vacío de este pueblo al sur de Italia donde algunos hablan de caos y fin del mundo, pero yo en cambio veo un simple día nublado donde siendo las 11 de la mañana ya me encuentro con mi Kindle en la mano.

Italia, veintidos de Marzo. 2020

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